Escena Demo (Spanish Version)- Confrontación de Martin hacia Verónica. -Capítulo 62- ''Olvidando a Verónica''

Escena

Atónita quedaba Verónica, cuando vio llegar a Martin a su departamento con el rostro eufórico.

-¿Dónde está Oliver?- gritó Martín. ¿Ya llegó?

- ¿Qué te pasa Martin? – respondió Verónica. ¿Por qué vienes así?

- ¿Dónde está tu tío?

-Mi tío no está! Yo apenas acabo de llegar de viaje…

Martin se detuvo a estudiarla. -Entonces, si estabas de viaje.

-¿Por qué? ¿Debí invitarte?

- ¡Eres una sínica, Verónica! ¿Cómo pude todo este tiempo no darme cuenta?

-A ver, Coco Loco, explícame mejor…

-No me llames así! ¡No soy tu juguete! ¿O es que crees que no sé lo que hiciste en Santo Domingo?

Verónica dejó de actuar sorprendida y antepuso su mirada seductora -Entonces, ¿lo recuerdas?

- ¡Cómo eres de manipuladora! Si supieras lo que estoy sintiendo por ti en estos momentos te sorprenderías. Ni yo mismo lo puedo creer.

-Martin, ¿pero por qué me hablas así? Este no eres tú.

-Y esta no es la Verónica que yo conocí; no puedo creer que hayas hecho todo este plan.

Verónica dejó a un lado su orgullo y rogativa, y se entregó de brazos a Martin.

Verónica: ¿Que no te das cuenta que todo lo he hecho por ti?

-Por mí; por mí. ¡Todo por ti será! ¡Estás obsesionada!

Martin tomó a Verónica de la mano y ejerció fuerza. Esta se quejó de dolor y se redimió ante él. Martín la soltó y aterrizó en el suelo.

Verónica: ¡No me hables así Martin! -entregada al llanto mártir- yo solo te he amado desde que te conocí.

-¿Ah sí? ¿Solo has tenido amor para mí?

-Para ti nada más… ¿Qué no es obvio?

-Entonces, ¿quieres explicarme que es esto?

Martin reveló el reloj de Agustín. Esta titubeó al verlo, intentando explicar que era un simple reloj.

Martin: ¿No lo conoces?

-Sí. -respondió Verónica sin titubear. -Es idéntico al que le regalé a mi tío.

-Es lo que me dijiste la otra vez, cuando lo encontré justamente en esta sala. Que era para tu tío, pero qué curioso que hoy lo encontré en el cuarto de Agustín.

-Por favor, Martin. ¿Estas insinuando algo?

-Quiero que me lo digas tú.

-¿Por qué yo? Ese reloj no es mío. ¡Pregúntale a tu hermano y no a mí!

–No puedo preguntarle porque Agustín está en coma.

Verónica: No sabía… ¿en coma? ¿Qué le pasó?

-Tuvo un accidente en el hotel… si quieres te digo en qué hospital para que vayas a verlo.

-No sé de qué hablas Martin y no me gusta lo que estás haciendo. No pienso repetírtelo. Yo no sé qué tiene que ver ese reloj conmigo.

-Recuerdo muy bien a mi hermano el día de tu fiesta. ¡Vino gritando que eras una zorra! Comprometedora acusación, ¿no crees?… no hay razón más evidente que esta… – mostrando el reloj – …para entender su comportamiento. Le regalaste otro reloj igual al mío para recompensarlo. ¿Por qué? ¿A caso tú y él tenían algo? ¡Dime! ¡Quiero saber por cuánto tiempo fui el hazme reír de ustedes!

Verónica: ¡NO Martin! Nunca fuiste el hazme reír… no te permito que pienses así.

-¿Entonces? ¿Pasó algo?

-No! ¡No y no! ¡No pasó nada! No tengo que ver con tu hermano. ¡Puedo jurártelo Martin!

- ¡Escúchame bien Verónica! ¡Si yo descubro que tú y Agustín tuvieron algo… mejor será que él se quede postrado en esa cama! ¡Y tú… tú mejor serás que desaparezcas! No puedo creer que todo este tiempo te pensaba distinta. ¿Qué no eres capaz de hacer?

Verónica alzó un muro de agalla. Martin bajó el suyo y eligió el silencio.

Verónica: Estas cometiendo un error Martin. ¡No debiste dejarme!

- ¡Coño, qué yo no te dejé!, ¡Tú me dejaste cuando te fuiste a morir! Tú mataste todo esto que yo sentía por ti! Tú fuiste la única responsable de que todo esto llegara a donde llegó. Desde un principio de tu enfermedad, con toda la bola de mentiras que inventaste para mantenerme a tu lado. Si tan solo hubieses sido honesta y hubieses hablado desde un principio…, yo te hubiese apoyado; jamás te hubiese dejado. Pero te atreviste a jugar con tu salud, ¿¡con mi ilusión de ser padre y para qué!? ¡Para quedarme sin nada! ¡Y otra vez me quedo sin nada!

Verónica: ¡Martin! ¡Por favor… cálmate! No es tarde. ¡Nunca es tarde! ¡Quizás todavía hay esperanza de que seas papá!

Martin se rió, dueño del sarcasmo.

-¡No! ¡No la hay! Acabo de perder a mi bebé. Susana acaba de perder nuestro y está postrada en una cama en el mismo hospital que mi hermano.

Verónica: ¡Martin! ¡Lo siento!! ¡No sabía! ¿Cómo está Susana?

-Delicada, perdió una pierna. Pero los médicos creen que va a salvarse…

Verónica se daba la vuelta asimilando la noticia. Y es que era evidente que Verónica esperaba otras noticias.

-Lo siento mucho… pero aun así… piénsalo bien. No todo está perdido. Quizás es una señal de la vida que es nuestro momento de volver a unirnos.

-¿Estás loca o se te acaba de reventar el único tornillo que te quedaba?

-¡No Martin! Eso que pasó entre nosotros en Santo Domingo puede arreglar todo este mal entendido. Ese momento especial que tuvimos, puede traerte de nuevo esa esperanza de vida que tanto has querido. ¿Y qué mejor que conmigo que soy el amor de tu vida?

Martin tomó a Verónica de la mano y sin poder controlarse la sacudió. Oliver entró al departamento en ese momento y se alarmó al ver la escena. Corrió hacia Verónica y apartó a Martin de ella.

Oliver: ¿¡Que le estás haciendo, Martin!?

Martin: ¡Tu sobrina está loca, Oliver!

Verónica: ¡Tío! ¡No sé qué le pasa! ¡Está poseído!

-¿Estoy poseído? ¿Ah sí? Pues dime Oliver. ¿Tan poseído estoy como para haberte robado algo sin que te dieras cuenta?

- ¿De qué hablas, Martin? ¿Cómo que me robaste?

Verónica abandonó su cara de ingenua. Martin había sido citado por Oliver en un intento de descubrir la verdad.

Martin: Este reloj. Oliver. ¿Lo conoces?

Oliver miró a Verónica. Sus ahuyentados ojos le gritaban que no la descubriera. Pero Oliver no era tan actor como para poder seguir el juego. En efecto este no entendía lo que pasaba.

Oliver: Martin. ¿De qué hablas? ¿De quién es ese reloj?

-Entonces Oliver. ¿Este reloj no es tuyo? ¿Nunca has tenido un reloj así?

Verónica sudaba en frío. Esperaba que Oliver mintiera para salvarla, pero las mentiras comenzaban a pasarle factura. Verónica estaba perdida.

-No… no sé de quién es ese reloj.

Martin escuchó todo lo necesario. Una nueva mentira de Verónica salía a relucir. Martin la miró con desprecio y luego se esfumó. Verónica sabía que había perdido.

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